La diversidad y la libertad se han puesto en los dos extremos de un continuo, como si se tratara de conceptos rivales. Sin embargo, m??s que excluyentes, reconocer la diversidad humana y las particularidades de cada individuo es probablemente el gesto m??s liberal que existe.
Durante su discurso de posesi??n, el presidente Trump dijo que quer??a forjar una sociedad ciega al color y basada en el m??rito, como respuesta a lo que ??l consideraba un despilfarro: las pol??ticas de diversidad, equidad e inclusi??n. Sin embargo, el m??rito no es un concepto neutro. Es una carrera llena de barreras invisibles que solo pueden reconocerse ???y desmontarse??? cuando nos las se??alan. Al final, todos somos iguales ante la ley, pero el punto de partida es dispar. Esta es la premisa m??s importante para que una democracia liberal sea sostenible.
Para que todos podamos ejercer nuestra libertad, debemos pavimentar el camino del m??rito para que las oportunidades, o por lo menos, los obst??culos, no est??n distribuidos de forma desigual. Y as??, como es imposible considerar las particularidades de cada individuo ni las voces individuales no tienen la capacidad de lograr el volumen suficiente para que sean escuchadas, es necesario valorar y considerar los aportes de lo colectivo. Lo m??s sutil no se escucha en medio del ruido.
En una conversaci??n reciente organizada por Kearney, la Universidad de los Andes y Eafit, con miembros de directorios corporativos, Cayetana ??lvarez de Toledo enfatiz?? que una naci??n es ???una empecinada voluntad de vivir juntos en la diferencia???. Esa frase recoge una verdad esencial: la responsabilidad tambi??n implica ser capaces de ver lo que no vemos, aquello que no es evidente desde la posici??n que ocupamos como individuos. Lo m??s complejo de la libertad va de la mano de la responsabilidad, y la responsabilidad implica conciencia plena, implica un ejercicio deliberado de escuchar voces diferentes.
Para algunos, la pol??tica identitaria puede llegar a borrar la conciencia y la responsabilidad individual, y con ellas, la libertad. Pero para otros, ha sido la ??nica herramienta que le ha dado voz a quienes han sido tradicionalmente excluidos. Tal vez es esta tensi??n la que ha creado la falacia de la dicotom??a entre libertad y la inclusi??n. Pareciera que algunos sintieron que se les otorg?? licencia para airear comportamientos profundamente antidemocr??ticos y anti-libertad enraizados en el racismo, sexismo y la exclusi??n.
Probablemente, la pol??tica identitaria fue una herramienta efectiva para permitir subirle el volumen a quienes han sido excluidos. En un contexto que rechaza los esfuerzos de DEI, debemos entender d??nde se encuentran la libertad y la inclusi??n, y rechazar con vehemencia que las posturas que, bajo el disfraz del m??rito o excusados en una idea ama??ada de libertad, revelan sus verdaderos colores: visiones que, lejos de ser ciegas al color, esconden profundos prejuicios.??
CRISTINA V??LEZ VALENCIA
???Decana Escuela de Administraci??n, Universidad Eafit.
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